¿A dónde viajan las cianotipias?
El primer día de feria en Noto, un 31 de julio, sorprendida por las primeras ventas que nacían de ese puesto en la vereda del Corso, me pregunté: ¿a dónde viajan mis cianotipias?
Enredada en mis explicaciones que saltaban entre diferentes idiomas, y que raramente eran en español, me tomé algunos días antes de comenzar a preguntarles a los visitantes de mi puesto de dónde venían.
Mi pregunta abría el diálogo y las conversaciones solían tomar distintas direcciones. En una ciudad como Noto, visitada por tantos turistas de todo el mundo, no era extraño que alguien les preguntara de dónde venían. A veces, esa simple pregunta era el puntapié para profundizar sobre sus lugares de origen, y cuando reconocía alguno de ellos entre los destinos que había visitado, podíamos intercambiar nuevas preguntas y opiniones. Así, en más de una ocasión, ellos también descubrían que yo no era de Noto, sino que había llegado hasta acá viajando, desde Argentina.
Con el paso de los días esta pregunta se volvió natural y me animé a conversar más, a darme ese momento de interacción para conocer a las personas que luego se iban a llevar alguna cianotipia y, con ellas, una parte de mí. De esa manera, nacieron relatos, aprendizajes y aumentó mi confianza por aquello que ofrecía.
Hoy, viendo hacia atrás, creo que esa pregunta fue la manera de guiarme, sin imaginarme a dónde me llevaría, y abrió las puertas hacia todo lo que brotó después.
Los viajes de las obras
Estos primeros viajes comenzaron en Noto, una pequeña ciudad de 24 mil habitantes situada al sur de Italia, en Sicilia. Cada año, especialmente en verano, miles de turistas la visitan para admirar sus estructuras barrocas, su historia y disfrutar de su gastronomía. Las personas que adquirieron una de mis creaciones respondían a mi pregunta sobre su lugar de procedencia mencionando el nombre de su ciudad, región o simplemente su país. Así, conté un total de 32 países, 65 ciudades y 31 regiones o estados.