Hola ¿cómo estás? Gracias por estar del otro lado y tomarte un ratito para compartir este espacio.

Hace más de un mes, inicié un proceso de exploración interna y parte de los descubrimientos estuvieron relacionados con mi esencia, con esa combinación única que me tocó y fui eligiendo también a lo largo de los años. Todo eso que convive en mí, que me hace ser quien soy, hablar como hablo, compartir lo que comparto. Un camino que se vuelve único en la vida de cada persona, volviendo tan particular como irrepetible el combo de ingredientes que contenemos. 

Este acercamiento me hizo pensar y proponer como tema de la carta la naturaleza. ¿Cuánto hay de la naturaleza en cómo funcionamos, en lo que buscamos, en lo que nos motiva?

Al mismo tiempo que cada especie del mundo vegetal, por ejemplo, comparte rasgos comunes, no hay dos flores exactamente iguales. Es decir, no existen las copias exactas, cada ser es único en su individualidad. Qué pasaría si partimos por reconocer todo eso que nos diferencia, en vez de buscar amoldarnos, acostumbrarnos, funcionar dentro de ciertos parámetros aprendidos o arraigados, cumplir con ciertos resultados esperados. ¿No seríamos una versión más particular dentro de nuestra especie? 

Lejos de simplificar el mundo inmenso de la naturaleza y las complejidades que nos pueden tocar en la vida cotidiana, esta carta es una invitación a observar lo que nos diferencia y tomarlo como parte de nuestra naturaleza. Te comparto 4 cosas que pueden inspirarte.


1. Las emociones como reflejo de nuestra versión más humana

Daidō Moriyama es un fotógrafo japonés que se destaca por su registro callejero. No busca la perfección, busca la emoción y la realidad en sus fotografías. No compone sus imágenes desde la planificación paciente, sino más bien desde el impulso y la emoción. En sus palabras:

Para mí, capturar lo que siento con mi cuerpo es más importante que los tecnicismos de la fotografía. (...) La claridad no es lo importante de la fotografía.”