-Podés escuchar esta carta por acá-

Hola ¿cómo estás? Ya pasó un mes y estoy acá de nuevo. Antes que nada, gracias por estar del otro lado y tomarte un ratito para compartir este espacio. 

En esta carta me gustaría abrir un espacio para que charlemos sobre un tema que siempre me ha generado muchas preguntas e idas y vueltas: lo cotidiano

Este tema me trae aprendizajes y aspectos sobre los que me gusta estar atenta en mi día a día y quería compartirlos. Todo lo que está sucediendo tiene valor en la medida en que somos conscientes de que nada se volverá a repetir jamás de la misma manera, sino que se transforma en cada repetición. 

Cuando tenía 17 o 18 años, si no recuerdo mal, mi abuela me dijo una frase que es lógica, pero me llevó bastante tiempo entender su significado más profundo:

el tiempo es lo único que no podemos recuperar

No me sorprendió en el momento porque sonaba razonable, pero quedó latiendo adentro mío. Como en ese momento de mi vida todo parecía una gran carrera, mi mente dijo: ¡dale, no pierdas tiempo que nunca lo vas a recuperar! 

Hoy pienso que estaba lejos de entender lo que me traía esta frase. Podemos pensar la vida cotidiana como un ritual que, aunque nuestra vida cambie o no estemos en el momento más tranquilo, hay algo que se repite cada día, algo que lo hace parte de lo cotidiano, un momento que mañana también va a estar, pero transformado. Entonces si el tiempo es lo único que no recuperamos ¿por qué dejaríamos pasar de manera indiferente cada momento de nuestro día a día?