-Podés escuchar esta carta por acá-

Hola ¿cómo estás? Antes que nada, gracias por estar del otro lado y tomarte un ratito para compartir este espacio. 

En esta carta me gustaría traer un tema que me apareció este mes en varios momentos: la escucha

Cuando me puse a pensar más, me di cuenta que hablar de la escucha tiene conexión con las dos líneas que dieron origen a estas cartas: la antropología y la fotografía. En la antropología, aprender a escuchar y a observar son de las primeras cosas que se enseñan, pero de las últimas que se aprenden. Si es que se puede decir que uno termina de aprenderlas. Serían como el ABC de hacer antropología. Entonces, cuando pensas que escuchás y observás, te das cuenta que hay algo más que ejercitar, que no hay una relación directa entre el sentido y su funcionalidad, oído-escucha, por ejemplo. Sino, más bien, un ejercicio de atención, de conexión, de acercamiento en el acto de escuchar. 

Desde la fotografía, la escucha es una búsqueda y una motivación. Me gusta la idea de escuchar antes de capturar un momento, poder percibir atentamente un escenario al punto de transmitir eso que escucho en una imagen. Al igual que en la antropología, podría pensarse que es parte de eso que se ejercita en la práctica y está lejos de ser una meta o un punto de llegada. 

Hace dos años vivo y viajo por países en los que, en general, no se habla mi lengua materna. Sin darme cuenta, en este tiempo, la escucha fue uno de los sentidos que más entrené. Intentar aprender de a poco palabras en idiomas nuevos, lograr comunicar una idea, entender y hacerse entender, construir relaciones nuevas, hacer sonidos para expresar algo que no sé cómo decirlo.