-Podés escuchar esta carta acá-


Hola ¿cómo estás? Antes que nada, gracias por estar del otro lado y tomarte un ratito para compartir este espacio. 

Terminar una rutina, que cambie el día a día, que se termine el trabajo que temporalmente hice durante el verano, que mis días ya no tengan la adrenalina que supieron tener. Creo que habitar la tranquilidad y los momentos en los que no hay tal caos, a veces es más difícil. Pero si hay algo que este espacio me está dando es el lugar para reflexionar un poco más sobre los temas que pienso y transito. Así que este mes quiero compartirles un poco sobre: los procesos.

Hay dos puntos que, en lo personal, me desafían en los procesos: el miedo al error y los tiempos.

Pensando en la época en la que hacía mi trabajo de campo en antropología, recordé que uno de mis miedos era el error, equivocarme me asustaba. Sobre todo no respetar ciertas bases de "cómo se debe hacer" el trabajo de campo.¿Y si no soy clara? ¿Si no sé cómo acercarme? ¿Si les propongo algo que después no puedo lograr? ¿Si me equivoco?

He escuchado muchas veces que hay algo positivo en las metidas de pata. Dentro de ciertos márgenes, hay errores que despiertan muchísimos descubrimientos. En general, perder el control y que se presente algo desconcertante termina nutriendo el trabajo y, por consecuencia, los vínculos que se entablan en él. 

En mi trabajo de campo, tuve mucho cuidado, pero hubo momentos en los que me sentí incómoda, que no supe qué hacer con lo que estaba pasando y después entendí que no estaba “haciendo algo mal”. De ahí salieron decisiones positivas, había algo de lo que se presentaba que me invitó a ser creativa, a crear algo a partir de esa incomodidad. Ese trabajo que hice fue, sin dudas, un gran proceso que tuve que atravesar y del que aprendí mucho, pero sobre todo: animarme al error, sin dejar de hacer algo solo por miedo a equivocarme.

Cuando inicié mi recorrido por la fotografía, los tiempos de los procesos fueron de mis mayores desafíos. Recién empezaba, pero quería llegar al final del camino, saberlo y entenderlo casi todo en un tiempo corto, que alguien me dijera el secreto. Cuando empecé a conocer más personas que trabajaban y habitaban el mundo de la fotografía me empecé a dar cuenta que estaba muy equivocada. Había mucho más que solo una meta al final del camino y qué hermoso enfrentarme a eso

Por mucho tiempo me costó conectar con el mientras tanto, con todo eso que pasa entre un supuesto inicio y un supuesto final que yo establecía en mi cabeza. Con la fotografía siento que desafié un poco esa versión de mi misma que no ponía atención en todo lo que sucedía en ese espacio entre dos puntos ficticios. El espacio entre era lo importante, ahí estaba el aprendizaje, el desafío, la creación, el juego, todo lo que en realidad terminé disfrutando. 

Hace poco entendí que los procesos era donde quería poner mi atención. Los inicios y los finales no son más que sucesos pequeños en comparación con todo lo que pasa en los desarrollos. Los finales no se recuerdan si no habitamos todo lo que pasa antes, si no sabemos por qué llegamos ahí.

Quiero compartirte 4 cosas para reflexionar sobre los procesos que quizás te motiven, te inspiren o simplemente acompañen tu día. 


1. Un libro y un diálogo 

Hace unos días empecé a leer el libro “Mis días en la Librería Morisaki” de Satoshi Yagisawa. El día que lo empecé me encantó sentir que estaba leyendo una historia de alguien cercano. Las escenas y las reflexiones del personaje principal son cotidianas y me llevaron a pensar en la vida como uno de los procesos más largos que habitamos

Hay un pequeño diálogo entre el tío y su sobrina que me guardé para tenerlo presente y quería compartirlo por acá:

-Qué suerte que tienes.

-¿Por qué? —rebatió.

-Bueno, haces lo que te gusta y, de ese modo, ganas lo suficiente para vivir.

-Pero no siempre fue así. Al principio estaba muy insatisfecho. De joven nunca imaginé que podría heredar el trabajo de mi padre. Incluso ahora hay veces en las que tengo dudas. Pero ¿sabes qué? No siempre es fácil entender lo que se quiere de la vida. De hecho, entenderlo lleva toda una vida.

-Yo... creo que estoy malgastando la mía así, sin hacer nada...

Mi tío me miró y sonrió dulcemente.

-No, no creo. A veces es necesario parar. Es como una parada en un largo viaje. Imagina que has soltado el ancla en una pequeña bahía. Descansarás un poco y tu barco zarpará de nuevo.

Los tiempos que parecen perdidos son parte de un proceso que no es lineal, que no siempre muestra avances proporcionales al paso del tiempo. La incertidumbre, los cambios, y cada momento pueden agregar matices al proceso que lo vuelven único. 


2. Tomar la falla y crear

Hace unas semanas mi cámara tuvo una falla. Empezó a capturar imágenes con líneas o franjas negras que aparecían aleatoriamente sobre la fotografía. Me asusté porque no encontraba información específica sobre lo qué le estaba pasando y pensé que era algo grave.

Cuando pasan estas cosas me suelo frustrar y no sé muy bien cómo seguir. Venía leyendo algunas newsletter y otros espacios que me dieron la idea de tomar eso que sucedía y hacer algo hasta solucionarlo. Así que seguí tomando fotos dejando libre la versión final que adoptaran. Armé esta pequeña secuencia para empezar a trabajar con las imágenes: